En Nigua usan los excrementos de la letrina como abono

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De un proyecto implementado hace 10 años en el que se instalaron 35 letrinas aboneras, aún quedan usuarios que reciclan las heces fecales
El obrero David de los Santos deposita excremento en el tronco de una de las plantas del patio de Carmen Bautista.

NIGUA. “Échale a la mata de guayaba para que se me abone. ¡Ese abono la pone bomba!”, le indicó Carmen Bautista al obrero David de los Santos. El hombre llevaba en una carretilla algo que parecía una tierra negruzca y la acomodaba en los troncos de las plantas que la señora tiene en su patio. En realidad eran los excrementos de la letrina.

La noche anterior Bautista, de 57 años, echó cal viva a una de las dos cámaras de la letrina que ya estaba llena de excrementos humanos y debía ser limpiado. La cal funciona como material secante. Se esperó unas 12 horas a que absorbiera el remanente de humedad de las heces, para entonces extraer la materia fecal y descargarla en la flora del patio.

Investigaciones indican que los desechos humanos son ricos en nitrógeno, fósforo, potasio y otros elementos necesarios para el crecimiento de las plantas. Así como se usa estiércol de animales como abono orgánico, los excrementos se pueden tratar y transformar en fertilizantes naturales para su uso en la agricultura.

La casa de la señora Bautista colinda con otras que están en un amplio terreno donde hay sembrados plantas florales y árboles frutales de mango, limoncillos, guayaba, cereza, guanábanas y otros. Algunas de las viviendas comparten la misma letrina con la familia de Bautista. Al lado del sanitario está la letrina anterior, tradicional. Se ve un hoyo clausurado con un muro bajo en el que se sentaba el usuario.

En Nigua usan los excrementos de la letrina como abono

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En Nigua usan los excrementos de la letrina como abono

Todo comenzó entre 2006 y 2008 cuando el Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillado (Inapa) ejecutó, con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), un proyecto en Hato Viejo y Los Amaceyes en el municipio Nigua de la provincia San Cristóbal. Contempló la sustitución de letrinas tradicionales por unas ecológicas o aboneras, de tipo seco, diseñadas para separar la orina de los excrementos y permitir el posterior uso de estos últimos como abono.

“Aquí en Inapa no se construyen letrinas, nosotros hacemos soluciones colectivas”, aclara Esther Reyes, del departamento de Desarrollo Rural de la entidad. “Pero durante programas que hemos tenido internacionales, que piden que sean integrales (agua potable y saneamiento), sí se llegaron a hacer letrinas”.

Y así se instalaron 35 letrinas aboneras en el municipio. Las comunidades se capacitaron para concienciarlas y enseñarles a usarlas. A Bautista le explicaron que debía darle mantenimiento, destapar las cámaras cuando se llenaran y lo extraído abonarlo a las plantas. Por el tratamiento de los excrementos, el olor que emanan cuando se limpia la letrina es similar al del lodo.

“Eso le da vida”, asegura Bautista cuando se le pregunta sobre los efectos que ve en sus plantas cuando les echa el particular abono. “Esas maticas se ponen más verdes, más copiosas, tú las sientes con más fuerza”.

Diario Libre consultó a personal del Departamento de Agricultura Orgánica del Ministerio de Agricultura sobre la práctica. Aunque su subdirector Juan Ramón Rodríguez reconoce que las heces humanas tienen propiedades que ayudan al crecimiento de las plantas, entiende que por su inocuidad puede ser riesgosa para el humano que la manipula, en el sentido de que puede contraer alguna enfermedad proveniente de microorganismos presentes en los excrementos.

“Los estiércoles lo más recomendable es compostarlos, o sea que pasen por un proceso de compostaje, mezclados con tierra con restos de vegetales, y ahí los microorganismos se encargan de trabajarlos, de descomponerlos, y en esa descomposición, en ese proceso, se eleva bastante la temperatura, entonces eso garantiza que cualquier patógeno que haya ahí desaparezca”, explica Rodríguez.

En Haití, desde 2006 se ejecuta un proyecto de transformación de los desechos humanos en compostaje a través de la entidad Sustainable Organic Integrated Livelihoods (SOIL). La organización explica en su página web que el material se vende como abono a agricultores, organizaciones y empresas de ese país para actividades agrícolas y de reforestación. Informa que más de 6,500 personas acceden a unos baños ecológicos que proveen, más de 510 toneladas de residuos se transformaron en compostaje de grado agrícola el año pasado y sobre las 1,000 personas se benefician anualmente de los programas.

A la orina también se le han encontrado propiedades. En los Estados Unidos, el Rich Earth Institute desarrolla desde 2012 ensayos controlados en campos agrícolas utilizando orina humana separada como fertilizante, y opera el primer programa de reciclaje de ese desecho a escala comunitaria en ese país. En su página web promueve la donación de orina y propone la instalación de un inodoro especial para colectarla.

Al preguntarle a Reyes, del Inapa, si se intentó colectar la orina en el país, responde: “Intentamos, pero nadie quiso”. “Intentamos con las heces fecales ahí en Polo, en Barahona, pero la gente la rechazó, me dijeron que ni de caballos ni de gente se podían utilizar para abono”.

La Fundación para el desarrollo de Azua, San Juan y Elías Piña (Fundasep), que construye letrinas en comunidades que carecen de sanitarios, también ha instalado aboneras en lugares donde el agua superficial está cerca. A las personas se les orientó para que aprovecharan los desechos como abono. “Pero la gente todavía no ha asimilado ese proceso”, dice el diácono Juan Boció Cabral. Él entiende que hace falta más educación.

En Nigua usan los excrementos de la letrina como abono

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